martes, 4 de enero de 2011

CINCO AÑOS por JULIO ANGUITA


La última intervención del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados ha añadido -si cabe- un punto mayor de zozobra e inquietud a la opinión pública.


Los avatares por los que el discurso presidencial ha ido pasando en el plazo de dos años han sido numerosos y contradictorios cada uno con el anterior, hasta que abordó la recta final de reformas. Y, una vez en ella, el in crescendo de medidas económicas y sociales de dudosa constitucionalidad ha sido la característica más sobresaliente.
Desde la intuida aurora de los brotes verdes hasta los cinco años que propone como horizonte para la recuperación, el presidente ha ido difiriendo y posponiendo el comienzo del cambio de tendencia.
Tampoco en esta ocasión, como en todas las anteriores, ha habido ni una sola alusión a las razones, cálculos o análisis que han llevado al Ejecutivo a demorar, otra vez, el plazo de las previsiones. ¿Por qué cinco años? ¿Qué perspectivas internacionales y nacionales sostienen la fecha? ¿Cuáles son los sectores de la eco- nomía que entonces marcarán señales inequívocas de fin de ciclo? ¿Desde dónde se espera el impulso de la mudanza?
Creo que, una vez pasada la sorpresa causada por la magnitud de la crisis, se ha instalado en el ánimo de los gobernantes del G-20 y afines la conciencia de que ésta continúa bajo otras formas, otros problemas y otros parámetros.
¿Cómo harán frente a sus compromisos las economías de Grecia e Irlanda? ¿Cómo hará frente España al pago de la deuda con una situación de decreciente ritmo económico? ¿Cómo va a abordar la UE -primera potencia económica del mundo- su raquitismo político y su notoria endeblez de proyecto? ¿Hasta cuándo podrán EEUU y China mantener su pulso de devaluaciones de facto?
La dilatación de plazos no es otra cosa que posponer sine die el encuentro con una realidad que el velo de la ideología del mercado se empecina en obviar. Se trata de ganar tiempo por si algún milagro trae el arreglo de la situación, y a expensas de ese futurible se continúa demoliendo los restos del llamado Estado del Bienestar.
Julio Anguita. Ex Coordinador General de IU.

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