lunes, 17 de enero de 2011

Origen de la ley de MURPHY y corolarios


ORIGEN de la ley de MURPHY

No hay mal que por mal no venga

Clarin domingo 21-07-1991
Por Laura Ramos
La Ley de Murphy es un compendio que explica por qué las cosas siempre pueden salir mal,o incluso peor. Nació en los Estados Unidos a partir de los gruñidos de un capitán cascarrabias.
Se popularizó como ironía frente a la tecnología y es un refugio para todos los que sospechan que todo puede fallar, y que siempre se está del lado equivocado de la alfombra.
El capitán Ed Murphy perdió la paciencia durante el otoño o el invierno de 1949, en la base aérea Edwards, California. En calidad de ingeniero de desarrollo del laboratorio de Wright Field, J. Edsel Murphy participaba del proyecto de la fuerza aérea MX-981 sobre pruebas deaterrizaje de emergencia en las pistas de la base Norte.
Después de febriles meses de trabajo, las investigaciones comenzaban a dar sus frutos cuando el error de un entusiasta, pero algo torpe ayudante, provocó fallas en el funcionamiento de una serie de pequeñas piezas.
“Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, él las hará mal” barruntó el capitán, aludiendo al técnico que había provocado la falla.
El administrador de la empresa contratista, George E. Nichols, escuchó la frase y al día siguiente formuló la ley de Murphy: 
“Si algo tiene alguna posibilidad de salir mal, saldrá mal”
Un par de semanas después del bautizo, el coronel Stapp, a cargo del proyecto, dió una conferencia de prensa para informar los progresos de la investigación. El excelente récord de seguridad en aterrizajes de emergencia alcanzado por su equipo -se ufanó- era el resultado de una firme convicción en la ley de Murphy y del consistente esfuerzo suyo propio y de sus colaboradores por evitar lo inevitable.
La broma del coronel lanzó la ley hacia la fama: Durante los cuatro meses siguientes florecieron los anuncios de fabricantes que mencionaban el enunciado de Murphy. A partir de ese momento, la ley de Murphy quedó informalmente incorporada al vocabulario técnico norteamericano.
El enigma del capitán
Esa ironía sobre la sociedad mecanizada calzó bien en una cultura positivista y satisfecha de sí misma, que ya empezaba a dejar de asombrarse por los adelantos técnicos de la modernidad. El principio Murphyano vino a representar la derrota de los métodos científicos para explicar el mundo de la experiencia humana.
Pero se presentó envasado en el mismo lenguaje de las leyes científicas y la sociedad lo recibió encantada: la filosofía de bolsillo comenzaba a hacer escuela.
Aunque todo el mundo la citaba, y nacían nuevos corolarios, reglas y axiomas, en rigor de verdad nadie sabía el origen de la ley. Decenas de académicos y expertos en el campo de la lingüística, por años intentaron infructuosamente develar la identidad del autor.
El enigma recién se reveló hacia 1977, cuando Arthur Bloch se dispuso a publicar un libro que compilaría la ley de Murphy, sus corolarios y otras leyes de técnicos, burócratas, científicos, humanistas y pedestres observadores de la realidad.
Poco antes de enviar los originales a la editorial, Bloch recibió una carta-confesión de George E. Nichols, en la que el ex administrador del proyecto de la fuerza aérea MX-981 le contaba la verdadera historia.
El libro vió la luz a fines de 1977 y los norteamericanos lo adoraron. Se llamó “La ley de Murphy y otras razones porque las cosas salen mal”. En su introducción, el autor esboza la sonrisa cínica que subyace en la ley: “La línea del partido oficial de la tecnología e incluso de la ciencia misma, es la frustración”, dice.
En el mismo tono, Bloch cita al padre Brown, el entrañable personaje del novelista y pensador inglés G. K. Chesterton, cuando cavila: “Estamos en el lado equivocado de la alfombra”.
Para Bloch, solo algunos cabos sueltos, algún hilo ocasional, es todo lo que se puede ver de la celestial obra maestra del más famoso tejedor de alfombras. El caso es que dedica su libro a aquellos intrépidos individuos que osaron explorar el lado lejano de la alfombra en su búsqueda de la verdad.
Con esta dedicatoria, el autor revela una optimista fé en Dios y en la existencia de una verdad. Por eso, cuando los adversarios del Murphysmo lo acusan de pesimista él responde con un par de axiomas:
“El optimista cree que vivimos en el mejor mundo posible. El pesimista teme que esto sea verdad”.
En la última página del primer volumen, Bloch propuso a los lectores que le enviaran
enunciados para una futura edición de leyes de Murphy. La cartas llovieron rápidamente.
El primer tomo se agotó y en 1980 se publicó un segundo con buena parte de material de lectores. El tercero llegó al tiempo, y también con las reediciones de las anteriores.
Con el tomo dos, Arthur Bloch llegó a una nueva demostración: las leyes Murphyanas, por su propia naturaleza, son inaplicables en cualquier sentido práctico. Es decir, cuando un individuo trata de usarlas, basándose en observaciones previas de cómo operan, no funcionan. El corolario es:
“Si la ley de Murphy puede fallar, lo hará”
“De vez en cuando sonreiremos por las cosas que salen mal -reflexiona Bloch-
precisamente porque el sonreir es más importante que las cosas”.
Afortunadamente para la existencia de la ley, Ed Murphy no gastaba temperamento
tan risueño como su recopilador Bloch. Precisamente su mal genio permitió que aquel otoño o invierno del 49 refunfuñara el enunciado que hizo sonreir a varias generaciones y convirtió en una celebridad al oscuro capitán Murphy.
La otra cola
Aquí van algunos corolarios de la ley de Murphy y otras leyes derivadas:
+ Si existe la posibilidad de que varias cosas puedan salir mal, saldrá mal aquella que cause el mayor daño.
+ Cada solución genera nuevos problemas.
+ La naturaleza siempre se pone de parte de la falla escondida.
+ La materia se daña en proporción directa a su valor.
+ Todo sale mal al mismo tiempo.
+ Si Usted se siente bien, no se preocupe. Ya se le pasará.
+ Si Usted explica algo de manera tan clara que nadie pueda malinterpretarlo, alguien lo hará.
+ Si algo puede descomponerse lo hará; si nada puede descomponerse, algo lo hará
de todas maneras.
+ Si todo parece ir bien, sin duda se ha olvidado de revisar algún detalle.
+ En computación cualquier programa, cuando esté operable, será obsoleto.
+ La experiencia adquirida es directamente proporcional al número de equipos
arruinados.
+ Lo que comienza bien, acaba mal; lo que comienza mal, acaba peor.
+ En la naturaleza nada anda bien. Por lo tanto si todo está andando bien, algo está fallando.
+ La probabilidad de que algo suceda es inversamente proporcional al deseo de que
esto ocurra.
+ Siempre habrá otro problema.
+ Una vez que un trabajo esté terminado cualquier cosa que se haga para mejorarlo
solo conseguirá empeorarlo.
+ Ponga el pescado sobre su ojo y apunte el limón en cualquier dirección: no falla.
+ Cuando se enferme, será un sábado o domingo. Si se enfermara algún día entre
semana, es porque su médico se fué a un congreso.
+ Si encontró algo es porque no lo estaba buscando.
+ Toda garantía vencerá indefectiblemente en el momento que el objeto se
descomponga.
+ La otra cola va siempre más rápido.
+ Si se cambia a la otra cola, la otra irá más rápido.
+ La pereza es la madre de 9 de cada 10 inventos.
+ Si Usted camina fácilmente, va cuesta abajo.
+ Haga con los demás lo que ellos querrán hacerle a Usted, pero hágalo primero.
+ La probabilidad de que la tostada caiga del lado de la manteca es directamente
proporcional al costo de la alfombra.
+ Todo individuo en una jerarquía asciende hasta su propio nivel de incompetencia
y permanece en él hasta ser despedido o hasta alcanzar otro nivel de incompetencia.
+ Cuando una persona emprende una tarea, será obstaculizda por la intervención de otra presencia (animada o inanimada). Sin embargo, algunas tareas llegan a ser
completadas debido a que la presencia que interviene también está intentando
realizar una tarea, que está desde luego sujeta a interferencia.
+ Todos los grandes descubrimientos se hacen por error.
+ Sonría … mañana las cosas van a estar peor.
+ No funcionará.

LEY DE MURPHY.


















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